Edificando correctamente

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“En él todo el edificio, bien armado, se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu.” Efesios 2:21-22

Una Iglesia que se levanta sobre Cristo

Cuando Jesús le preguntó a sus discípulos quién decían que era Él, Pedro respondió con una verdad fundamental: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
Ante esas palabras, Jesús declaró que sobre esa roca —la verdad de quién es Él— edificaría Su Iglesia.

Esa declaración sigue siendo crucial hoy. La Iglesia no es un edificio, una denominación ni un concilio humano. La Iglesia es el cuerpo de Cristo, Su pueblo redimido, comprado a precio de sangre. Y lo más importante: es Cristo mismo quien la edifica.

¿Qué significa “edificar”?

Cuando hablamos de edificación, no nos referimos únicamente a construir estructuras físicas. La edificación espiritual va mucho más allá.

Significa formar, instruir, fortalecer, animar y transformar la vida de una persona o de una comunidad.

En el Antiguo Testamento, se construían altares, tabernáculos y templos. Pero eran sombras de algo más grande.
En el Nuevo Pacto, Dios no busca levantar un edificio de piedra, sino un templo vivo: Su Iglesia, en la cual Él habita por medio de Su Espíritu.

Esto cambia nuestra perspectiva: no se trata de levantar “nuestro reino”, sino de participar en lo que Dios está edificando para Su Reino.

Nuestra parte en el proceso

Es cierto que Cristo es quien edifica Su Iglesia, pero eso no nos deja sin responsabilidad. Pablo lo explica en 1 Corintios 3:10:

“Cada uno tenga cuidado de cómo construye.”

El fundamento ya está puesto: Jesucristo. Nadie puede poner otro. Pero sobre ese fundamento, cada creyente decide cómo edifica su vida espiritual.

Pablo hace una comparación interesante: algunos edifican con oro, plata y piedras preciosas; otros con madera, heno o paja.
El fuego revelará la calidad de cada obra.

Dicho de otra forma: no tiene sentido tener a Cristo como fundamento firme, pero levantar sobre Él una choza de paja.

¿Cómo edificamos espiritualmente?

La verdadera edificación no se basa en experiencias emocionales pasajeras, sino en un crecimiento sólido en Cristo.
Algunas claves bíblicas para edificar correctamente son:

  • La fe: “Edificándoos sobre vuestra santísima fe” (Judas 20).
    La fe nos mantiene firmes frente a las pruebas y a las falsas enseñanzas.

  • La gracia y el conocimiento: “Crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 3:18).
    La gracia nos da poder; el conocimiento nos da dirección.

  • La verdad presente: “Estén afianzados en la verdad que ahora tienen” (2 Pedro 1:12).
    Cristo es esa verdad viva que sostiene nuestra fe.

  • El amor: “Que crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, Cristo… edificándonos en amor” (Efesios 4:15-16).
    El amor es lo que une al cuerpo de Cristo y lo hace crecer.

Un llamado a reflexionar

La edificación espiritual no es opcional. Somos llamados a ser:

  • Un templo santo

  • Una morada de Dios por Su Espíritu

  • Una expresión viva de Cristo en la tierra

Y aunque el fundamento ya está puesto —Jesús mismo—, cada día debemos preguntarnos: ¿con qué materiales estoy edificando mi vida?

Dios no busca estructuras vacías, sino corazones transformados. No se trata de cuánto sabemos, sino de cuánto de Cristo se refleja en nosotros.

Al final, el verdadero éxito espiritual no está en cuán alto construimos, sino en cuán firmes permanecemos en el fundamento eterno que es Jesucristo.

👉 ¿Qué materiales estás usando para edificar tu vida espiritual hoy?



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Por José Danois Fecha: 2 / septiembre / 2025
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